Pero también ése parecía inamovible.
Al llegar a mis años crepusculares, en un último intento desesperado resolví cambiar únicamente a mi familia, a los miembros más cercanos a mí, pero, ¡ay!, de ninguna manera lo permitirían.
Y ahora, yaciendo en mi lecho de muerte, de pronto caigo en la cuenta: si tan sólo me hubiera cambiado primero a mí mismo, entonces con mi ejemplo habría cambiado a mi familia.
Con su inspiración y aliento, habría podido entonces mejorar a mi país y, quién sabe, quizá podría haber cambiado incluso el mundo.
Anónimo
Hola a todos
Que les parece si no esperamos a yacer en el lecho de muerte para decidir cambiarnos a nosotros mismos, no esperemos que los demás cambien primero, hagamoslo ahora que aún podemos. Les escucho a menudo quejarse del sistema que no podemos ir contra él, no han pensado que el sistema somos nosotros y que si podemos cambiar, o no podemos chicos (as) , prefieren seguirse quejando, mejor hagamos algo, lo que sea pero hagamoslo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario